Entrega 2
Yo tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones en
donde fueron dispersos y los traeré a su propia Tierra. Haré de ellos
una nación… Ya no estarán más divididos… Los limpiaré de sus impurezas…
Ellos vivirán [en su Tierra] por siempre… Yo habitaré entre ellos…”
(Ezequiel 37:19-28).
Luego de describir las guerras de Gog y
Magog, Ezequiel presenta un detallado plano del futuro Templo y de la
división de la Tierra entre las tribus (Ezequiel, capítulos 40-48).
Otros profetas han predicho el Final de los Días y la restauración de Israel.
He
aquí, “Vienen días”, dice el Señor. “El que ara alcanzará al segador…
Las montañas destilarán mosto… Yo haré retornar el cautiverio de Mi
pueblo Israel; y ellos edificarán las ciudades asoladas y las habitarán;
y plantarán viñas y beberán el vino de ellas; harán huertas también y
comerán su fruto. Yo los plantaré en su propia Tierra y nunca jamás
volverán a ser arrancados de su Tierra que Yo les he dado”, dice el
Señor tu Dios (Amos 9:12-15).
Y sucederá en ese día, que los
montes destilarán mosto y los valles manarán leche, todos los arroyos de
Iehudá fluirán con aguas; y una fuente brotará de la Casa del Señor y
regará el valle de Shittim [en el lado occidental del río Jordán]…
Iehudá permanecerá por siempre habitada y Jerusalén de generación en
generación. Aunque Yo los haya perdonado, no perdonaré a aquellos que
derramaron su sangre; y el Señor tendrá su morada en Sión (Joel
4:18-21).
Nuestros sabios también ofrecen una imagen de un futuro brillante:
En
el futuro, todos tendrán una parcela de tierra en las montañas y en el
valle, al igual que en la planicie (Bava Batra 122a). La Tierra de
Israel producirá hogazas de pan [listas para comer] y [los árboles
darán] vestimentas de seda [listas para usar]. Las espigas de trigo se
elevarán altas como palmeras, pero cuando llegue el tiempo de la cosecha
Dios hará que el viento las haga caer cerca de la persona [resabio del
maná]. Y los granos serán del tamaño del riñón de un toro. Un solo
racimo deberá ser transportado en una carreta. ¡La vid puede producir
treinta barriles de vino! Hasta los árboles yermos darán fruto (Ketuvot
111b-112b).
El Rambam enseña que “en la era mesiánica no habrá
más hambre, guerra, celos ni rivalidad. Por el contrario, habrá
abundancia de toda clase de placeres terrestres. Y el objetivo de toda
la humanidad será aprender sobre Dios y conocerLo” (Rambam, Hiljot
Melajim 12:4).
Existe mucho más sobre el futuro que lo que hemos
presentado aquí, y el material accesible puede llenar varios libros. De
modo que será suficiente con las pocas ideas citadas arriba. Todo lo que
se nos pide para que seamos testigos de ello con nuestros propios ojos
es la verdad, la unidad, la fe, la plegaria, la honestidad en los
negocios, el estudio de la Torá y la observancia del Shabat. Tampoco
estará de más un poco (o mucho) de paciencia y de humildad.
Entonces
podremos vivir la vida que anhelamos, una vida de paz, de buena salud,
de prosperidad y de seguridad. Pues si bien “ésta Tierra es Mi Tierra”,
la propiedad de Dios que él da a quien desea, somos nosotros quienes
hemos vivido, luchado y sufrido pacientemente por nuestro derecho a
recibirla. Así, “ésta Tierra es también mi Tierra”. Hemos ganado y
merecido, el consuelo de Sión, junto con sus legítimos habitantes, con
nuestro retorno a Sión y la reconstrucción de nuestro Santo Templo,
ahora y en nuestros días, Amén.
Yehudah Ben Avi