Entrega 1
HaShem le dio tres buenos regalos al pueblo de Israel.
Todos le fueron dados sólo a través del sufrimiento. Ellos son la Torá,
la Tierra Santa y el Mundo que Viene(Berajot 5a).
Si son regalos
beneficiosos, ¿por qué fueron dados sólo mediante el sufrimiento? Para
poder apreciarlos plenamente, uno debe sufrir para obtenerlos. Hemos
sufrido mucho por la Tierra. Hemos visto cómo los Patriarcas lucharon
para hacer que Dios fuera conocido en el mundo. Hemos experimentado la
construcción y la destrucción de ambos Templos. Hemos estado en el
exilio, derrotados y humillados. Pese a todas las probabilidades, hemos
sobrevivido a las Cruzadas, a la Inquisición, a las masacres de
Chmielnicki, al Sabetaismo, a las disputas entre jasidimy mitnagdim, al
secularismo, al nazismo, al comunismo, al holocausto y a las mil y una
noches árabes. ¿Será el futuro igual de negro o resonará con gran
alegría y felicidad? Lo que nos falta ahora es el conocimiento, el Daat,
de nuestra futura vida en la Tierra Santa, saber que vale la pena
esperar. Por lo tanto, examinemos lo que dicen los Profetas y los sabios
sobre el futuro.
Y acontecerá que en los últimos días, el monte
de la casa del Señor será establecido como cabeza de los demás montes… Y
ellos romperán sus espadas para hacer de ellas azadones y sus lanzas
cambiarán en podaderas; no alzará espada nación contra nación, ni
aprenderán más la guerra… En ese día el hombre arrojará sus ídolos de
plata y de oro… (Isaías 2:2-4,20).
El Profeta Isaías amonestó y
consoló a su pueblo en los capítulos 1-39 del Libro de Isaías. Sin
embargo, desde el capítulo 40 en adelante las profecías de Isaías son
palabras de consolación, que hablan del retorno de la nación a la Tierra
Santa. Isaías habla de líderes dignos y de la difusión de la verdad, de
incontables riquezas que serán llevadas a la Tierra Santa como
recompensa por haberse mantenido fieles a Dios durante su exilio.
Jeremías
profetizó durante la destrucción de Jerusalén a manos de los Babilonios
y al final de la dinastía de David. Trató de convencer al pueblo de que
se arrepintiese, pero no lo logró, de modo que el Libro de Jeremías se
muestra negativo. Pero aun así Jeremías predijo, “He aquí que vienen
días en que ya no dirán: ‘El Señor que hizo subir a los hijos de Israel
de la tierra de Egipto’, sino ‘El Señor que hizo subir a los hijos de
Israel de la tierra del Norte y de todas las demás tierras adonde los
había arrojado’.
Pues los volveré a traer a su propia tierra, que les
di a sus padres” (Jeremías 16:14). Los capítulos 30-31 del Libro de
Jeremías hablan de un maravilloso futuro, cuando Israel volverá a la
Tierra y a Dios, recibiendo bendiciones y abundancia mucho mayores que
bajo el rey Salomón. Todas las enfermedades serán curadas, todos los
pecados serán perdonados y la opresión desaparecerá para siempre. La paz
reinará para todos en la Tierra.
Ezequiel vivió en Babilonia en
la época de la destrucción del Primer Templo. Los primeros treinta
capítulos de su libro expresan crítica, pero luego comienza con su
relato del futuro.
Porque así dice el Señor Dios: “He aquí que Yo
mismo iré en pos de mis ovejas y las buscaré… Yo las libraré de todos
los lugares por donde fueron extraviadas… Las sacaré de entre los
pueblos y las traeré a su propia tierra y las haré pastar en buenos
campos… ya no serán presa [de las naciones]… Yo, el Señor, seré su Dios,
y mi siervo David será príncipe entre ellos… Haré con ellos un pacto de
paz y haré que las bestias no habiten más en la tierra; ellos vivirán
con seguridad en el desierto y dormirán en los bosques… Los árboles
darán fruto, la tierra entregará sus productos y el pueblo estará a
salvo… Ustedes son mi rebaño…” (Ezequiel 34).
Yehudah Ben Avi