martes, 11 de julio de 2017

Libro de lamentaciones meguila de Eja. Referencia 9 de Av (Entrega1)

Entrega 1

HaShem le dio tres buenos regalos al pueblo de Israel. Todos le fueron dados sólo a través del sufrimiento. Ellos son la Torá, la Tierra Santa y el Mundo que Viene(Berajot 5a).

Si son regalos beneficiosos, ¿por qué fueron dados sólo mediante el sufrimiento? Para poder apreciarlos plenamente, uno debe sufrir para obtenerlos. Hemos sufrido mucho por la Tierra. Hemos visto cómo los Patriarcas lucharon para hacer que Dios fuera conocido en el mundo. Hemos experimentado la construcción y la destrucción de ambos Templos. Hemos estado en el exilio, derrotados y humillados. Pese a todas las probabilidades, hemos sobrevivido a las Cruzadas, a la Inquisición, a las masacres de Chmielnicki, al Sabetaismo, a las disputas entre jasidimy mitnagdim, al secularismo, al nazismo, al comunismo, al holocausto y a las mil y una noches árabes. ¿Será el futuro igual de negro o resonará con gran alegría y felicidad? Lo que nos falta ahora es el conocimiento, el Daat, de nuestra futura vida en la Tierra Santa, saber que vale la pena esperar. Por lo tanto, examinemos lo que dicen los Profetas y los sabios sobre el futuro.

Y acontecerá que en los últimos días, el monte de la casa del Señor será establecido como cabeza de los demás montes… Y ellos romperán sus espadas para hacer de ellas azadones y sus lanzas cambiarán en podaderas; no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra… En ese día el hombre arrojará sus ídolos de plata y de oro… (Isaías 2:2-4,20).

El Profeta Isaías amonestó y consoló a su pueblo en los capítulos 1-39 del Libro de Isaías. Sin embargo, desde el capítulo 40 en adelante las profecías de Isaías son palabras de consolación, que hablan del retorno de la nación a la Tierra Santa. Isaías habla de líderes dignos y de la difusión de la verdad, de incontables riquezas que serán llevadas a la Tierra Santa como recompensa por haberse mantenido fieles a Dios durante su exilio.

Jeremías profetizó durante la destrucción de Jerusalén a manos de los Babilonios y al final de la dinastía de David. Trató de convencer al pueblo de que se arrepintiese, pero no lo logró, de modo que el Libro de Jeremías se muestra negativo. Pero aun así Jeremías predijo, “He aquí que vienen días en que ya no dirán: ‘El Señor que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto’, sino ‘El Señor que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del Norte y de todas las demás tierras adonde los había arrojado’.
Pues los volveré a traer a su propia tierra, que les di a sus padres” (Jeremías 16:14). Los capítulos 30-31 del Libro de Jeremías hablan de un maravilloso futuro, cuando Israel volverá a la Tierra y a Dios, recibiendo bendiciones y abundancia mucho mayores que bajo el rey Salomón. Todas las enfermedades serán curadas, todos los pecados serán perdonados y la opresión desaparecerá para siempre. La paz reinará para todos en la Tierra.

Ezequiel vivió en Babilonia en la época de la destrucción del Primer Templo. Los primeros treinta capítulos de su libro expresan crítica, pero luego comienza con su relato del futuro.

Porque así dice el Señor Dios: “He aquí que Yo mismo iré en pos de mis ovejas y las buscaré… Yo las libraré de todos los lugares por donde fueron extraviadas… Las sacaré de entre los pueblos y las traeré a su propia tierra y las haré pastar en buenos campos… ya no serán presa [de las naciones]… Yo, el Señor, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe entre ellos… Haré con ellos un pacto de paz y haré que las bestias no habiten más en la tierra; ellos vivirán con seguridad en el desierto y dormirán en los bosques… Los árboles darán fruto, la tierra entregará sus productos y el pueblo estará a salvo… Ustedes son mi rebaño…” (Ezequiel 34).

Yehudah Ben Avi