Baruj ata Ado-nay Elo-henu melej haolam, asher kideshanu bemitzvutav vetsivanu al nefilat iadaim.
En castellano:
Bendito seas oh eterno Dios Rey del mundo, que nos has santificado con tus mandamientos y nos recomendaste el lavado de las manos.
Al salir del baño (en todo momento del día) hace Netilat Yadaim (sin bendecir) y, tras secarse las manos, si en el baño hizo sus necesidades, bendice:
Baruj atá Ado-nay Elo-henu melej haolam asher yatzar et hadam bejojma ubará bo nekavim nekavim, jalulim jalulim, galui veiadúa lifne jise kevodeja sheim isatem ejad mehem o im ipateaj ejad mehem yefshar lehitkaiem afilu shaa ejat, baruj ata adonay rofe jol basar umafli laasot.
En castellano:
Bendito seas tu Eterno, Dios nuestro, Rey del mundo, que creaste hombre con la ciencia y formaste en él orificios y Le dotaste de órganos, revelado y sabido está frente a Ti que estas sentado en Tu glorioso trono, Señor que todos esos órganos y las funciones que les has asignado son necesarios para nuestra existencia pues si se cierra uno de ellos o se abre no es posible sobrevivir ni siquiera una hora, bendito seas tu oh Eterno que sanas a toda criatura y otras maravillas.
Nuestros Sabios instituyeron la recitación de las siguientes bendiciones por la mañana, en las cuales le agradecemos a D's el habernos brindado todas nuestras necesidades físicas y espirituales para vivir con dignidad, las que se manifiestan -en su mayoría- por la mañana.
El Adón Olam se dice todas las mañana para alabar a D's:
o:
El Señor del Mundo reinó antes que ningún ser existiese.
Cuando todo existió según Su voluntad, entonces Se proclamó Rey.
Y cuando todo se concluya, Él permanecerá.
Él existía, existe y existirá siempre con gloria.
Él es Uno sin segundo; nadie se le puede comparar.
Él es el primero y sin fin con relación a toda materia y formas existentes.
Sin principios y sin fin; Suya es la fuerza y toda la potencia.
Sin proporción alguna con Su valor ni equiparación; no hay nada que pueda igualársele.
Sin unión y sin dispersión; es la potencia y el Poder Supremo.
El Eterno es mi Dios y mi Redentor, y mi amparo en las horas de tribulación.
Él es mi estandarte, mi refugio, la porción de mi cáliz de salvación cuando Le equivoco.
Él es médico y cura, Él protege y ayuda.
En Su mano deposito mi espíritu, cuando duermo y cuando despierto.
Y con mi alma y mi cuerpo el Eterno estará conmigo; no temo a nada.
Con Su Santuario se regocijará mi alma; a nuestro Ungido enviará pronto.
Y entonces cantaremos en la Casa de Su Santuario: Amen así sea el nombre del Temeroso.
Yehudah Ben Avi