Cuenta sobre cómo Aarón realiza milagros frente al Faraón, y de cómo convierte un bastón en una serpiente.
¿Y cuál es la respuesta del Faraón? “Bien hecho”, dice él. “Egipto está lleno de hechiceros”.
Y en ese momento llama a sus jóvenes quienes también convierten bastones en serpientes.
Ahora, Di-s definitivamente conocía la magia avanzada que existía en Egipto.
¿Por qué, entonces, ordena a Aarón realizar hazañas que pueden ser fácilmente replicadas?
La respuesta es que Di-s quería que los egipcios creyeran que estaban a la altura de los milagros que hacían
Moisés y Aarón.
De esta manera, cuando éstos últimos realizaran milagros más grandes posteriormente, los
expertos egipcios apreciaran completamente los poderes de Di-s.
Y eso es exactamente lo que ocurre. Luego de la tercer plaga (piojos),
El Faraón solicita a sus magos que imiten lo que Moisés y Aarón habían hecho.
Sin embargo ellos no pueden hacerlo, y reconocen lo maravilloso e infinito que es el poder de Di-s declarando:
“Este es el dedo de Di-s”.
El Talmud explica que los piojos eran de un tamaño demasiado pequeño como para que los hechiceros egipcios pudieran manipularlos.
De cierto modo, esto se asemeja a nuestro mundo de hoy. La ciencia es capaz de generar maravillas: energía atómica,
vuelos al espacio exterior, ingeniería genética.
Sin embargo, todo esto es generado a partir de fuentes y energías pre-existentes.
¿De dónde provino todo este material original?
Aquí es donde Di-s aparece.
El hecho de haber creado algo de la nada - los minúsculos “bloques de vida” - es algo que sólo Di-s es, fue y será capaz de hacer.
El encuentro entre Aarón y el Faraón nos enseña a no perder nunca de vista esa perspectiva.
Morah Batshefa Alegria.